jueves, 17 de octubre de 2013

Keep calm and carry on

Antes de llevar a mis peques a la guarde estaba super agobiada por si llevarlos ó no y hablé con una amiga que ya los llevaba:

- Ni lo pienses. Ya verás cómo cunde el tiempo desde que los recoges hasta que los vuelves a llevar. ¡Y ya verás las ganas que tienes de verlos cuando vas a por ellos!-

Y esa frase de: "Ya verás cómo cunde el tiempo desde que los recoges de la guarde" la tengo grabada a fuego.

Esta semana nos fuimos mispequeñosatronautas y yo al salir de la guarde en coche a Valencia a ver a los abuelos y a subir en un trenecito, algo que a priori no parecía muy complicado. 

Pero conseguir llegar al trenecito desde casa de mis padres empezó siendo muy difícil, al carro no quieren subir... pero andar ¡ay andar! Entre que a uno le encanta andar pero no en la dirección que tú quieres sino siempre en dirección contraria a la tuya y el otro que se sienta en todos los escaloncitos de todos los portales es realmente imposible avanzar. 

Así que al final fueron a brazo y el carro lo usamos para llevar los bolsos. Los diez minutos que nos tendría que haber costado se conviertieron en cuarenta llevando once kg inquietos a cuestas. Pero como dice mi padre: Da igual que pase el tiempo aquí que allí.

Un vez llegamos al trenecito, conseguimos los billetes y logramos subir, se quedaron paralizados. Sin moverse durante el par de minutos que duraba el recorrido. No sé lo que pensaban pero en cuanto paró el tren bajaron corriendo y lo que sí les gustó fue estar en el suelo y ver el tren moverse con nenes dentro. ¡Eso sí que era divertido! ¡Mirar desde abajo! Qué risas y qué saludos les manadaban a los que giraban. 

La vuelta a casa de mis padres nos costó otros cuarenta minutos entre ir a bracito, idas y venidas andando solos, y paradas en casi todos los portales.

Ya en el coche, en la autovía de camino de vuelta a casa, íbamos los tres escuchando a Shakira y yo canturreando cuando empezé a oir unos chillidos por detrás del coche... miro por el espejo retrovisor y veo que Lucas se había soltado los brazos de los tirantes de su sillita y estaba intentando alcanzar a su hermano. Pero en lugar de tocarle lo que cosiguió fue quitar la funda protectora de la sillita de Jorge de modo que la funda le tapaba la cara a Jorge. Los dos estaban chillando, uno con medio cuerpo fuera de la silla y el otro con la cara tapada por la funda.

En la primera salida de la autovía que pude paré el coche, a uno le volví a atar y al otro le quité la funda de la cara y yo mientras me auto-relajaba cual loca hablando sola: tranquila, ya estamos casi en casa,  tranquila, ya estamos casi en casa, me repetía.



Bajamos del coche, y después de descargar 15 kg de carro y 11 kg al cuadrado de bebés llegamos a casa. Menos mal que ya estaba miarquetectopreferido y casi sin decirle hola le dije: haz la cena que voy a bañarlos. 

Llené la bañera de juguetes pero los dos se peleaban por lo mismo, por mi piedra pómez, sí eso que se usa para quitar las durezas de los pies. Les sequé, pañal, pijama y zapatos a uno, y pañal, pijama, zapatos a otro.  La cena gracias a su herencia paterna se la tomaron como un rayo y... ¡por fin les acosté!

A 21.00 h, cuatro horas despues de recogerles de la guarde me acuerdé de lo que me dijo mi amiga:

"Ya verás cómo cunde el tiempo desde que los recoges de la guarde"


* Pero como dice mi amiga Sara: ¡Arribaaaaaa! ;)))



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4 comentarios:

  1. ¡Jajaja! ¿Cómo pueden encontrar diversión en la piedra pómez? El tiempo vuela con los niños, yo creo que no hay forma efectiva de hacer que nos cunda nada.

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    1. Siempre le encuentran mas diversión a lo que no te esperas... ¡Ánimo con la recta final de tu embarazo!!!

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  2. Jajajajajajaja...muy divertido!! Tenia muchas ganas de que publicaras!!
    Kelp calm y que no falte un ARRIBAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!

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