Durante el embarazo pasé por tres fases; tres fases que prácticamente coincidieron con los tres trimestres de gestación.
La primera fase por la que pasé empezó en el momento en que me enteré de que estaba embarazada, en seguida empezaron mis dudas: ¿Me lo habré pensado bien? ¿estaré preparada? Alomejor no es el mejor momento...
Recuerdo pasarme horas por la noche en la cama mirando al techo... y cuando me confirmaron que llevaba dos bebés pasarme horas ojiplática y sin pestañear por la noche en la cama mirando el techo. Me entró miedo al cambio que iba a tener mi vida, a cómo iba a adaptarme a tener dos bebés y recordaba una frase que me había dicho mi madre mil veces: Un hijo es para toda la vida.
La segunda fase, cuando mi barriga empezó a crecer y pensaba: ¿Y ésto cómo va a salir de aquí??? En ese momento me pasaba horas mirando en internet todos los tipos de partos que podía tener. Desde que un bebé naciera por parto natural y el otro por una cesárea, que nacieran los dos por cesárea ó que nacieran los dos de forma natural. Vi casos en los que la madre había estado dilatando durante días, un parto que duraba 24h e incluso partos en el agua.
Y la tercera fase, cuando mi barriga era más grande que yo, ya no podía con mi alma y sólo pensaba: ¡Que me los saquen ya!!! El miedo al parto de repente se fue y sólo quería romper aguas, coger mi maletita y plantarme en el hospital.
Ahora que ya ha pasado un tiempo tras dar a luz y lo miro con perspectiva me doy cuenta de que todo es mucho más sencillo de lo que me había imaginado, que mi cuerpo estaba preparado para el embarazo y el parto, que mi cabeza poco a poco se va adaptando a la nueva situación y que mi corazón ha sido el primero en estar listo.
Pero como todas las cosas en la vida, por mucho que te digan, necesitas experimentarlo por ti misma para perder ese miedo natural que tenemos todas las madres primerizas.
Pero como todas las cosas en la vida, por mucho que te digan, necesitas experimentarlo por ti misma para perder ese miedo natural que tenemos todas las madres primerizas.
Y es que la vida es un milagro y aunque sepas que una persona viene de un espermatozoide y un óvulo (ó en mi caso dos personas de un mismo óvulo y espermatozoide) no lo llegas a entender ni cuando ya estás en el sofá de tu casa con tus bebés en brazos.